miércoles, 25 de enero de 2012

Ya lo dijo Orwell

En la facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, David L. Altheide ha dado una charla sobre el miedo en los Mass Media y en el discurso político. Altheide, reconocido sociólogo estadounidense, ha hecho una síntesis de ideas que se presentan en su estudio Fear and the Mass Media. 

El sociólogo ha hablado del impacto social que tiene la propaganda del miedo en EEUU, y cómo repercute este impacto en los comportamientos, actitudes y establecimiento de prioridades en la población. Los medios, en muchas ocasiones, son los únicos creadores de amenazas que provocan miedo y sensación de inseguridad en la gente. En Estados Unidos, el propio sistema del entretenimiento incluye el miedo, asunto peligroso porque se inculca de forma natural y desapercibida.
En Norteamérica, la gente tiene miedo. La publicidad de armas está por todas partes, relacionada con el poder y el sexo, ya es un objeto de consumo más. Estados Unidos es el país con más armas por habitante del mundo, y todo esto porque tienen miedo de ser atacados. Muchos estadounidenses no saben colocar Irak en un mapa, pero rechazan este país con odio y pavor. Irak, el comunismo, el socialismo... Odian sin saber dónde dirigir ese odio de ojos asustados.

La pregunta que Altheide plantea es la que siempre acaba saliendo cuando se habla de estos temas: ¿seguridad o libertad? ¿Hay que elegir? ¿Son incompatibles? Al parecer sí, y el mundo temeroso de un mal que no ve cambia sin pestañear parcelas de su libertad por sentirse más seguros: instalaciones tecnológicas cada vez más avanzadas y menos tolerantes con la intimidad, aduanas con control casi agresivo y neurótico, discursos políticos de vigilancia... 

Como se ha dicho, no son sólo los medios los que promueven el miedo social. Los discursos políticos, sobre todo en EEUU, fomentan la política del miedo. Estos discursos se centran en la prevención de supuestos enemigos dispuestos a atacarnos en cualquier momento, y la consecuente necesidad de estar prevenidos (con miedo) y preparados (con armas). 
¿Cuál es el objetivo de este discurso del miedo? ¿Qué buscan los políticos con esto? Altheide tiene la respuesta muy clara: control. La seguridad exige un control por parte del estado de los ciudadanos, y la necesidad de que éstos sean obedientes para que el gobierno pueda velar por su seguridad. Obedientes y un tanto estúpidos. El problema de estos discursos del miedo es que gran parte de la población se los cree, y, presa del pánico a todavía sigue sin saber qué, acata como un autómata las órdenes del gobierno y asimila de forma acrítica todas las ideas que el Estado va difundiendo. 
Así, con la política de la protección al ciudadano por encima de sus libertades, el Gobierno podrá hacer cualquier cosa justificando que es para defendernos. Esto es la narrativa del terrorismo, señores, que impera en el mundo occidental. La idea es simple: los terroristas y los delincuentes no siguen normas, no respetan la ley, por lo que cualquier cosa que el Estado haga para apresarlos estará bien, dando igual el daño que se pueda hacer a personas inocentes, o la violación de Derechos Humanos.

Los gobiernos no dejan de buscar enemigos de los que proteger (controlando) a la sociedad. En Estados Unidos, comunismo, socialismo, islamismo... Todo está en la lista negra, enemigos de los que tenemos que defendernos y a los que atacar si atacan (o sino también, para prevenir). 
Y todo por el control y la vigilancia. Mattelart tenía toda la razón en su libro Un mundo vigilado: la sociedad renuncia cada vez más a su libertad, a sus derechos como ciudadanos del mundo, para conseguir seguridad, aunque no sepan si están en peligro.

El mundo orwelliano, pues, parece estar más cerca de lo que podemos llegar a pensar.

1 comentario:

  1. Buen post! Creemos que tenemos libertad hasta que realmente intentamos hacer uso de ella. Mientras tanto, seguimos encadenandonos voluntariamente. Desalentador..

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